El Parkinson
Esta enfermedad consiste en la degeneración de un pequeño número de neuronas que causa temblores, rigidez y lentitud en los movimientos. La causa de esta enfermedad no se conoce a ciencia cierta, pero hay tres hipótesis extendidas:
- La herencia, en casos que se dan antes de los 50 años.
- El entorno, pues en medios expuestos a pesticidas las probabilidades de contraer la enfermedad son mayores.
- La mala alimentación, una dieta pobre en antioxidantes supone una mayor probabilidad de contraer la enfermedad.
Además de estas tres hipótesis, también es cierto que la enfermedad puede aparecer como consecuencia de traumatismos o intervenciones quirúrgicas, aunque lo más normal es que aparezca sin motivos aparentes.
El mecanismo por el cual actúa esta enfermedad sí que lo conocemos bien. Se trata de un ataque contra las neuronas de la sustancia negra (situada en la región central del encéfalo). Las células de esta sustancia segregan un neurotransmisor llamado dopamina, que es la encargada de comunicarse con el cuerpo estriado del cerebro. Sin esta dopamina y, por tanto, sin la comunicación entre la sustancia negra y el cuerpo estriado, el movimiento consciente y voluntario del cuerpo se ve afectado.
Los síntomas más característicos de la enfermedad son tres: la acinesia, disminución de los movimientos espontáneos; la hipertonía muscular, calambres en los miembros y rigidez en la columna vertebral; y el temblor, que aparece solamente cuando el enfermo está en reposo.
La enfermedad de Parkinson la podemos clasificar en tres etapas de desarrollo:
- La “luna de miel”: dura entre 3 y 8 años y los síntomas son muy leves.
- La fluctuación de los síntomas: aparece tras 6 años de evolución y en ella los síntomas se producen más frecuentemente y son más notables.
- La pérdida de la eficacia de la L-dopa: la L-dopa es uno de los tratamientos más comunes para la enfermedad, en esta etapa (la más avanzada) el paciente experimenta un empeoramiento de los síntomas, llegando incluso a la pérdida de las facultades mentales. La L-dopa actúa sobre la sintomatología y aumenta la esperanza de vida del paciente en unos 5 años.
Además de la L-dopa nombrada, existen otros tratamientos contra la enfermedad, aunque no hay ninguno que la cure. Entre ellos están los estimulantes dopaminérgicos, que son menos eficaces que la L-dopa pero no poseen tantos efectos secundarios y por último la cirugía. Se trata de una estimulación cerebral que restablece el funcionamiento de la producción de dopamina (aparentemente) y puesto que requiere que el paciente esté en buena forma física, solo es efectiva en el 15% de enfermos.
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