Los transgénicos: Guerra abierta.
En las llanuras del Guadalquivir estamos en un pequeño campo de girasoles; es un campo de producción de semillas de Monsanto, compañía líder mundial en el sector agrario y símbolo de la agricultura biotecnológica, la de los cultivos transgénicos, sobre la que se libra una auténtica guerra social, económica y científica, donde hay dos bandos. Bando uno: Los transgénicos serán esenciales para eliminar las hambrunas logrando además una agricultura sostenible. Bando dos: Los transgénicos son tóxicos y destrozan el equilibrio ambiental. ¿Quién tiene razón?
Las posturas chocan tan violentamente que brotan chispas. Para unos (comunidad científica, FAO y OMS) solo se podrá alimentar a los 8.000 millones que seremos en 2030, introduciendo los transgénicos, es más, será la biotecnología la que logre el ansiado equilibrio entre uso y preservación del medio. Los antitransgénicos (asociaciones ecologistas) advierten del grave riesgo de multiplicar los daños ambientales y sociales de la revolución verde. A todo esto, ¿son los alimentos elaborados con transgénicos peligrosos para la salud o no? lo cierto es que, si sobre todo lo anterior el debate científico continua, en lo referido al efecto de los transgénicos sobre la salud casi no hay discrepancias. No ha habido pruebas que hallen riesgos en los transgénicos hoy en el mercado. Esto claro que puede cambiar en el futuro, y de hecho la FFSA sigue evaluando posibles nuevas pruebas.
Otro inconveniente es la posibilidad de que las plantas transgénicas transfieran sus genes a otras variedades, esto no preocupa solo a los agricultores ecológicos, pues se puede convertir en un gran problema. Por ejemplo, el caso de China, que necesitará un 25% más de arroz para cubrir la demanda de su población y ha apostado por la biotecnología, pero, ¿qué pasa si este arroz transfiere a una mala hierba la tolerancia a un herbicida? ¿cómo combatir esa mala hierba? Esto se puede prevenir, según las compañías de semillas, siguiendo una normativa, que para muchos tiene el efecto de hacer el juego a las multinacionales. Hasta ahora el avance transgénico se ha guiado más por intereses comerciales que por esa vieja promesa de combatir el hambre en el mundo. ¿Nos creemos o no que son la mejor salida para un futuro difícil?
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